—¡Mía! —Leo la alcanzó antes de que llegara al suelo, desmayada—. ¡Vaya! Esperaba otro recibimiento…
La levantó en sus brazos y le pareció todavía más ligera que la última vez. La había extrañado tanto que dolía. La necesitaba, necesitaba su calor, sus besos, sus caricias. La apretó contra su pecho y la besó en la frente.
Luego levantó la vista y el mar de emociones que se leía en los rostros de aquel cuarto fue increíble.
Malena y Alessandro de una vez bajaron las armas y corrieron hacia él. Zolo levantó la suya para apuntarle a Massari y Archer solo movió un poco su posición para apuntarle a Anthea.
Leo caminó con Mía hasta uno de los sofás y trató de recostarla, entre los abrazos de Malena.
—¡Mijo! —lloró s