Mundo ficciónIniciar sesiónEl tiempo no se movía en segundos sino en latidos de corazón.
Adrian miraba a Sophia en sus brazos, luego a Clara deslizándose hacia el vacío, su mano aún aferrando desesperadamente la muñeca de Victor. Los ojos de su hija, enormes y aterrorizados, le daban permiso que ningún padre debería necesitar.
Ve. Sálvalos.
—Perdóname —susurró contra el cabello de Sophia.
La puso en el suelo, gentil pero rápido, y se lanzó hacia el borde.
Sus manos agarraron las muñecas de Clara justo cuando sus dedos finalmente cedieron su agarre en Victor.
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