El sol apenas despuntaba sobre el horizonte del pequeño pueblo costero cuando Bianca despertó con una sensación extraña. No era el cansancio habitual de las últimas semanas, ni las náuseas que había intentado ignorar. Algo dentro de ella parecía diferente. Sin decirle nada a Marco, salió temprano hacia el consultorio médico local, con el corazón latiendo acelerado por una mezcla de esperanza y miedo.
Horas después, Bianca sostenía entre sus manos el resultado de la prueba. Positivo. Su mente giraba en espirales de emociones: alegría, nerviosismo, y un atisbo de temor. Este bebé no solo cambiaría sus vidas, sino que también sería una prueba definitiva de que habían dejado atrás el caos del pasado.
Cuando llegó a casa, encontró a Marco en el jardín trasero, reparando una cerca que había sido dañada