El cielo de Florencia amanecía cubierto de nubes grises cuando Aurora caminaba por el parque cerca del hotel donde se había estado quedando. Las últimas semanas habían sido un torbellino de peligros, descubrimientos y dudas. Marco la había dejado en el hotel para ir a "atender un asunto", y aunque su partida había sido repentina, Aurora se sentía aliviada de tener un momento para respirar. Sin embargo, su mente estaba demasiado agitada para relajarse.
De pronto, su teléfono vibró en el bolsillo de su abrigo. Era Matteo. Aunque no habían hablado desde su última discusión, la voz de su hermano al otro lado del teléfono sonaba apremiante.
—Aurora, tenemos que hablar. Estoy en Florencia. ¿Dónde estás?