El sol apenas había comenzado a iluminar las calles de Nápoles cuando Matteo entró en su despacho. A pesar de lo temprano de la hora, ya había una pila de documentos esperándolo en su escritorio. Las últimas semanas habían sido un torbellino de descubrimientos y tensiones, pero Matteo sabía que no podía detenerse. La herencia de los Mancini no solo había arrastrado a su familia de vuelta al peligro, sino que ahora había expuesto un sistema de corrupción que lo enfurecía profundamente.
Se quitó el abrigo y se sentó, encendiendo su computadora. Había pasado la noche recopilando información sobre las familias mafiosas involucradas y sobre Vittorio Russo en particular. Los reportes legales y las noticias fragmentadas comenzaban a formar un patrón inquietante. V