La brisa de la mañana entraba suavemente por la ventana de la habitación, meciendo las cortinas. Bianca descansaba en la cama, acariciándose el vientre con una mezcla de calma y anticipación. Faltaban pocos días para que Aurora llegara al mundo, pero algo en el aire esa mañana le dijo que no tendría que esperar mucho más.
—¿Cómo te sientes? —preguntó Luca, entrando con una taza de té en la mano.
—Tranquila... pero creo que hoy será el día —respondió Bianca, con una leve sonrisa.
Luca dejó la taza sobre la mesita de noche y se inclinó para besarla en la frente. Su mirada estaba llena de ternura y algo de nerviosismo, una mezcla que