09. Una vulgar ladrona
Garrett sintió el tibio y cálido aliento acariciar sus labios antes de sentir la boca cerrándose sobre la suya. No, no despertó. De hecho, quería extender tanto como fuera posible ese momento, pues solo en sueños se podía permitir pensar en Livia como algo más que la cuñada de su hermana.
Jamás se había olvidado del beso en el jardín a la luz de la luna. Seguía pensando en ese hormigueo que le recorrió la columna cuando Livia se dejó llevar por un momento de dolor y debilidad.
No había sido el mejor momento, pero era el mejor de todos sus recuerdos. Y aún, creyendo que todo se trataba de un sueño, atrapó la nuca de Livia entre su grande y fuerte mano, presionó sobre ella, atrayéndola hacia él.
El beso pasó de inocente a feroz.
Livia intentó apartarse al ser correspondida. Su corazón se agitó dentro de su pecho, presionando sus costillas. Su pulso se disparó al comprender que había sido sorprendida con las manos en la masa; sin embargo, no hubo manera de que Garr