34. Sospechas
Livia observó a Garrett con una mezcla de sorpresa y enfado. ¿Cómo se le ocurría entrar así a su oficina? ¿En qué demonios pensaba cuando se le ocurrió qué venir aquí con un gigantesco ramo de rosas era una buena idea? ¿Acaso había perdido la cabeza?
—Livia yo… —Garrett se atragantó con las palabras, miró a Livia sin saber qué decir. Podía adivinar el enfado en su mirada y lo peor es que tenía toda la razón para estarlo.
—Señores, creo que debemos tomar un receso —dijo Anthony, poniéndose de pie, mirando a Livia, preguntándole silenciosamente si era buena idea.
—No hace falta, señores. Podemos continuar —respondió, viendo a Anthony, decidida a ignorar a Garrett.
¿Qué se pensaba? Ella no volvería a caer fácilmente en sus manos. Ya se había equivocado una vez y no estaba interesada en ser la amante. Amara a Isla o no, era un hombre casado. No estaba interesada en convertirse en lo que más odiaba.
—Lo siento, Livia, yo… —Garrett apretó el ramo hasta que sus nudillos perdier