33. Por favor, perdóname
Livia salió de la ducha. No había tenido oportunidad de hablar con Kala luego de separarse en el pasillo. Por fortuna, su “dulce” familia paterna no estaba en casa, por lo que no hubo enfrentamientos indeseados esa noche. Además, no creía prudente contarle lo ocurrido con Garrett.
No por falta de confianza, sino porque conocía a su amiga y sabía que no dudaría un solo segundo en enfrentarse a Garrett. Y no, no deseaba eso. Quería olvidarse de esa efímera relación y tener un buen ambiente en la oficina. Los empleados no tenían que enterarse de lo que ocurría en su vida privada.
Dos suaves golpes y la puerta al abrirse distrajeron a Livia de sus pensamientos. Kala estiró la cabeza detrás de la madera con una sonrisa en los labios.
—¿Puedo entrar? —preguntó.
Livia sonrió y asintió. No se había vestido, la bata de baño seguía pegada a su piel y su pelo envuelto en una gruesa toalla; sin embargo, nada de eso distrajo a Kala. La joven se concentró en el semblante de