25. Olvídate de él
Engañada, burlada. Así se sentía Livia cada vez que recordaba a Garrett y esos desplantes que parecían nacidos de la nada. Pero sus reacciones no eran espontáneas, existía una razón y ahora lo entendía. Todo fue siempre premeditado y lo peor era imaginarse a las enfermeras del hospital, viendo cómo lo cuidaba con esmero mientras la esposa dormía en otra de las habitaciones del mismo recinto.
Otra ráfaga de dolor le atravesó el corazón, pero no podía quedarse allí, lamiéndose las heridas como una cobarde. A la mañana siguiente, luego de un reparador baño y de maquillarse con exceso para evitar que se dieran cuenta del estado lamentable en el que se encontraba. Bajó al comedor.
El silencio que la recibió debió indicarle que algo sucedía o que tal vez se habían dado cuenta de lo sucedido o, mejor aún, tal vez la habían escuchado sollozar durante la noche.
—Buenos días —saludó, sentándose en la silla libre.
Zaria observó a Aiden. Él le devolvió una mirada preocupada; si