El aire de la noche estaba cargado de una sutil expectativa mientras Alexander estacionaba su coche frente al spa donde Emilia había ido a prepararse. Él no solía hacer este tipo de gestos, pero cuando Ivan mencionó la idea de enviar un auto por ella mientras ellos se dirigían a la fiesta, algo lo hizo dudar y le ordenó ir a buscarla.
Aunque ya Ivan le había dado un detallado reporte del vestido y sus reacciones, esa mujer lo intrigaba más de lo que estaba dispuesto a admitirse. Apoyado contra el auto, miraba distraídamente la entrada cuando la vio aparecer.
Por primera vez en muchos años de su vida, Alexander se quedó sin palabras.
Emilia descendía por los escalones con el vestido lavanda ajustándose a su figura de una manera que parecía irreal. Los cristales del atuendo captaban la tenue luz de la calle, dándole un aire etéreo que contrastaba de mane