Alicia disfrutaba del calor del agua en su piel, dejando que el vapor llenara el reducido espacio del baño, mientars las gotas de agua recorren su piel, sus pensamientos son acaparados por los últimos sucesos y claramente la presencia de los recuerdos de anoche eran tan fuertes como una tormenta, después se varios minutos se envolvió en una toalla y salió del baño mientras secaba su cabello de oro con otra. Pero al levantar la vista, su sangre pareció helarse.
Dante estaba allí, de pie, observándola con una expresión indescifrable. Su mirada intensa hizo que Alicia apretara con más fuerza la toalla alrededor de su cuerpo.
—Te espero abajo para el almuerzo —dijo él con voz firme.
Alicia frunció el ceño y negó con la cabeza.
—No quiero almorzar contigo.
Dante dio un paso adelante y sus ojos se clavaron en los de ella.
—No era una pregunta —su tono fue tan definitivo que Alicia sintió un escalofrío recorrer su espalda—. Vas a bajar al almuerzo. No estás en condiciones de negarte.
Sin aña