91. La verdad entre sábanas
Dentro de la mansión Pavón, el silencio era tan espeso que resultaba asfixiante. La grandiosidad del lugar, los jarrones dorados, los mármoles importados, las lámparas de cristal, de pronto parecían objetos vacíos, testigos mudos de un derrumbe familiar.
Emilia se quedó inmóvil frente a la puerta cerrada por la que Santiago había salido disparado minutos antes. Sus manos temblaban tanto que tuvo que aferrarse al marco para mantenerse en pie.
—Santiago… —susurró, pero su voz se quebró.
El eco de su propio hijo gritándole “No te atrevas” seguía golpeándole el pecho con una fuerza casi física.
Nunca lo había visto así, nunca había sentido tanto miedo de perderlo.
Pero lo peor de todo era que sabía que él tenía razón en enojarse. Ella había mentido, durante años, por miedo. Por vergüenza, por querer protegerlo de la verdad. Pero ahora ese secreto los había destruido a ambos.
Claudia apareció frente a ella, con la expresión endurecida.
—¿Estás feliz? —escupió Emilia, girando hacia ella —Po