Estas últimas semanas habían sido algo extrañas, mejor recapitulo todo lo sucedido para que quien quiera que me lea lo entienda.
Primero, acabo de llegar de unas merecidas vacaciones en Ibiza, donde lo menos que hice fue descansar, es que diablos entre tanto cuerpo desnudo y alcohol había perdido la noción del tiempo, pero lo comido y lo bailado no me lo quitaba nadie, ni siquiera la cara de tres metros de mi madre que estaba el día de mi maravillosa llegada en el aeropuerto esperándome.
Segundo, me reuniría con Christian para hacer el traspaso de mando de las oficinas de la constructora, pues el tío James y el idiota de James Jr habían decidido ampliar los horizontes y se estaban instalando en Nueva York, cuestión que me venia como anillo al dedo para hacerme cargo de la oficina en Dublín y sacarme a mis padres de encima.
Tercero, Christian no llegó y me tuve que reunir con el insulso de James que venia acompañado de una castaña, con cara de pocos amigos, como su asistente. La mujer