EL GUARDAESPALDAS DE MI HERMANO: 2. Mis sentimientos por ti están intactos
En cuanto Leonas quiso entrar a la cocina, Elizabeth ya salía, así que chocaron sin poder evitarlo.
— Lo siento, no te vi — jadeó ella.
— En cambio, yo no paro de hacerlo — replicó él, con doble intención, ajeno a que su aliento resbalaría por su mentón y la haría estremecer de cuerpo entero. Ella intentó bajar la mirada. Él lo impidió alzando su barbilla —. Beth…
— Leonas, no, por favor — interrumpió, ya sabía por dónde iría. No soportaba hablar con nadie de eso.
— ¿Por qué?
— Porque no quiero que me veas romperme a pedazos — confesó.
Él suspiró y negó.
— No te das cuenta… ¿verdad?
— ¿De qué?
— De qué me tienes… de que siempre me has tenido y que puedo ser lo que tú necesites en este momento.
— ¿Lo que yo... necesite? — preguntó sin comprender.
— Lo que necesites, Beth. Si necesitas que alguien te escuché, me tienes, incluso, si solo necesitas llorar y romperte, yo puedo sostenerte, yo puedo…
— No es justo — le dijo ella con tristeza —. No es justo que intentes reparar alg