69. Tú jamás podrías ser ella
Santos Torrealba sintió que parte de su alma regresaba a su cuerpo cuando salió por la puerta y vio, a lo lejos, que Ana Paula y el bebé entraban por la verja.
Corrió hacia ellos, y para su sorpresa, ella también lo hizo.
— ¡Ana Paula! — llamó con fuerza.
— ¡Santos! — ella saltó a sus brazos y se refugió entre lágrimas en sus brazos, rodeándolo con fuerza.
— ¿Estás bien? ¿Les hicieron algo? — fue lo primero que necesitó saber, así que se alejó un par de centímetros y la tomó del rostro, examinándola rápidamente y extrañándose de pronto.
Era como si fuese ella y su corazón no la reconociera.
— Sí, sí, estoy bien, pero fue horrible — sollozó.
En eso, se acercó la madre del CEO, quitándole al pequeño de los brazos. Ella no opuso resistencia, ni siquiera se inmutó o prestó atención a quien le arrebataba a su hijo, lo que inquietó más al hombre, pues sabía lo recelosa que era Ana Paula con Cesar ante quien sea.
La miró profundamente a los ojos.
Ella pasó un trago.
— ¿Qué? ¿Qué pas