66. Volver a la mansión
El reencuentro entre Ana Paula y Braulio dio paso a una pequeña conversación que hizo que Santos Torrealba sintiera la sangre hervir por su torrente sanguíneo. Sin embargo, no fue aquello lo que tanto le fastidió, sino la dulce y genuina sonrisa de su esposa que ya no le dedicaba a él, sino a aquel supuesto doctorcito.
— No volví a verte, de hecho, muchas veces te busqué, pero… más nunca supe de ti — comentó el hombre con nostalgia.
Ana Paula torció el gesto y se ocultó un mechón de cabello detrás de la oreja.
— Sí, bueno, lo que pasa es que… ya no pude seguir estudiando.
— Entiendo, pero… ¿Qué ha sido de tu vida? ¿Es tu hijo? — preguntó, refiriéndose al pequeño César.
— Sí, es mi bebé — respondió con orgullo.
Braulio alzó las cejas, gratamente sorprendido.
— Entonces… ¿Te casaste? — quiso saber, desesperanzado.
Ana Paula abrió la boca y la cerró tan pronto sintió la posesiva mano de Santos rodearla por su cintura y pegarla fieramente a él. Ella intentó alejarse, pero él lo imp