51. ¿Vas a cuidarme?
Santos volvió al mediodía como había prometido. Su familia se había despertado hace un par de horas, así que lo recibieron ansiosas y felices de saber que él de verdad se encontraba bien, aunque estaba lesionado.
— Cariño, qué alegría tenerte en casa. Estábamos tan preocupadas.
— Estoy bien, madre — le aseguró, recibiendo besos en las mejillas —. ¿Dónde está Ana Paula? Quiero verla.
— Está en su habitación. No ha querido descansar nada, así que es probable que la encuentres despierta.
— De acuerdo, iré a verla — besó la frente de su madre, abrazó a su abuela y hermana y se dirigió a la habitación de su esposa.
Entró sin tocar. Para su sorpresa, ella estaba dormida, pero en una mala posición en el sofá junto a la ventana. Seguro se había quedado profunda a la espera.
Negó con una sonrisa, entonces se acercó y pasó sus brazos por debajo de sus piernas.
Un leve quejido de dolor hizo que Ana Paula abriera ligeramente los ojos. Al principio creyó que flotaba en una nube, y que estaba