52. Enamorada
Esa noche, hicieron el amor como si fuese la primera vez que coincidían. La entrega por parte de ambos no solo fue absoluta, sino mágica y enloquecedora. No hubo prisas, tampoco dudas, pues eso había quedado atrás.
Él la trató con demasiada dulzura y cariño, también con cuidado. Su embarazo ya estaba avanzado y sabía que podían incomodarla algunas posiciones.
— Dime si te duele o incomoda — le pidió en algún momento, clavado en su interior. Su mirada fiera perdida en la suya. Se movía suave y lento, amortiguando todo el peso de su cuerpo con los codos.
Ella negó.
— Estoy bien… estoy perfecta — admitió en un tono apenas audible, casi rasposo. Su pecho subiendo y bajando. Su aliento entremezclándose con el suyo.
— ¿Segura? Si quieres que pare… solo tienes que decírmelo. No quiero lastimarte.
— No, ah, Dioooos, no — jadeó largo. Se sentía poseída, hechizada por un ser superior a ella. Él la tomaba de una forma en la que nunca creyó sería posible. Se sentía tan adorada.
— Eres perfe