—¿Papá, cómo era físicamente mi abuelo?
La inesperada pregunta del pequeño Alan los sorprendió a todos a la hora de la cena.
—¿Tu abuelo?
Marcos arqueó una ceja, mirando fijamente al niño. Ni él mismo sabía cómo había sido su padre. El hombre lo abandonó, y su madre murió muy joven, dejándolo con su abuela.
—No lo conocí, campeón —dijo entonces, dando un sorbo a su jugo con despreocupación.
—Oh, eso explica muchas cosas —continuó el niño con una sonrisa, como si hubiera obtenido exactamente las respuestas que estaba buscando.
—¿Explicar qué?
Alan se puso muy derecho en la mesa y entonces señaló a su madre, luego a su abuela —la madre de Selene—, y terminó con su tía Clarie.
—Porque no me parezco a ninguno de ustedes.
Un silencio pesado se apoderó del comedor, al tiempo en que Selene abría los ojos muy grandes.
—Alan, ¿qué dices, cariño? —Una sonrisa incómoda se formó en los labios de la mujer—. Claro que te pareces a nosotros. Eres nuestro hijo. Tienes muchos rasgos que más a