“Cariño, ¿recuerdas? Hoy es el aniversario de mis padres. Espero verte más tarde en la cena.”
No pudo evitar maldecir mientras se subía al auto y hacía rugir el motor.
La cena.
La maldita cena de aniversario de los Quintero.
¿Por qué tenía que ser ese día entre todos los días?
¿Por qué no otro?
¿Por qué arruinarle el momento que tanto le había costado tener con Selene?
Debía hacer esto rápido. Era la única manera que tenía para regresar con la mujer que lo estaba esperando.
Condujo con precisión hacia la mansión Quintero e inmediatamente fue recibido en la entrada por un mayordomo engalanado.
—Señor Urdiales, la señorita Quintero lo está esperando —le indicó el hombre, guiándolo por un extenso pasillo adornado con obras de arte.
Ya había estado en la casa antes, así que podía saber que lo estaban llevando al comedor privado, ese comedor que solo usaban en ocasiones especiales.
Y sí, efectivamente, la ocasión gritaba “especial” por todas partes.
Las paredes eran de un blanco impoluto