Caterine le hizo un gesto con la mano al camarero para que se acercara. En cuanto él llegó a su mesa, le dio su orden y la de Rosa.
—Nunca había venido a este lugar —comentó Rosa, observando el lugar—. Es bastante agradable.
—Me alegra que te guste. Amo la comida de este lugar. Mis hermanas y yo venimos aquí cuando pasamos un rato de chicas.
—Es por eso que el personal pareció reconocerte.
—Ah, eso. No. Trabajé aquí hace un tiempo, probablemente conseguí el trabajo porque mi papá conoce al dueño. El pobre casi soltó un suspiro de alivio cuando renuncié. —Caterine sonrió—. Supongo que no quería quedar mal con mi padre y por eso no me despidió antes.
Rosa esbozó una leve sonrisa.
—Por cierto, quería disculparme por haber cancelado nuestros planes del viernes a último momento.
—Oh, no te preocupes por eso —dijo restándole importancia, moviendo la mano—. ¿Sucedió algo malo? Desde el viernes luces algo tensa. —Ese era el motivo por el cual había insistido en que ambas salieran a cenar desp