Su aspecto era una aparatosa estantería que se desarmó simplemente al verlo, para su desconsuelo. No era para menos. Se lo veía fantástico, más musculado y bronceado. Los meses de entrenamiento sostenido habían obrado de maravillas, magnificando su ya de por sí exhilarante sensualidad. Lo bebió con su mirada por un largo instante, antes de que él fuera consciente de su presencia. Exudaba masculinidad por cada uno de sus poros. Vestido con informalidad, en contraste con los hombres trajeados que eran mayoría, su camisa como un guante apretando sus miembros y torso sin exageración, quitaba el aliento.
Tomó aire con profundidad y trató de reaccionar para funcionar, adhiriéndose al buen ánimo que reinaba en la pequeña reunión. Vio a Regina charlando con Violet y se acercó a ellas. Regina la abrazó de inmediato y ella agradeció el aliento que su amiga le insufló al apretar de su mano y formular en su oído:
—Estás preciosa, ese hombre tonto no va a poder dejar de mirarte y tal vez entienda