—Me queda desearte lo mejor y que tengas una buena vida—dijo ella, separándose levemente y esbozando frases con un tono más convencional y profesional.
—No quiero que esto sea el final de nuestra amistad, Sharon—le aseguró— Te dije una vez que me encantaría que vinieras a ver mis partidos y lo ratifico. Te enviaré entradas. Puedes ir con Regina y Milo. Me interesa que mi familia asista. Durante mucho tiempo los esperé, pensando orgullosamente que eran ellos los que tenían que acercarse a mí. En este período entendí, entre otras cosas, que es un camino de dos vías.
—Me alegra mucho. Realmente quiero que seas feliz.
Él asintió. Su mente ya trazaba lo que serían sus próximos días, con excitación. Desató sus manos de las de Sharon, con suavidad, y le dio otro beso en la mejilla.
—Fue hermoso conocerte finalmente después que dejaste caer tus paredes—dijo ella.
—El placer fue todo mío, Sharon— le sonrió.
—Hasta que nos veamos, entonces—dijo ella.
—Hasta que nos volvamos a ver—contestó él.
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