CAPITULO 7 A las 17:00. Te estaré esperando.
Regina le miraba fijo y nerviosa, y le encantó ver que enrojecía y su boca se abría en una adorable O, sin emitir palabra. Sus pequeñas manos se restregaron en la falda y por fin, luego de varios segundos de mirarlo y hacer gestos con su boca, le saludó.
—Ehhh, buenos días. Bien … Bienvenido.
—Buenos días, Regina—ella boqueó al escuchar su nombre y él sintió una punzada placentera. Dios, se veía tan inocente, tan transparente, que sus sentidos bramaron.
—Señor… Yo... Buenos días.
—Tal vez me recuerdas, soy Milo Monahan—ensayó una presentación que supo era innecesaria. Ella sabía quién era él, lo tenía claro.
—Lo sé—contestó bajito, batiendo sus pestañas tupidas de manera rápida y mordiendo su labio inferior en un gesto de nervios que resultó ultra sensual.
Estaba convencido de que cada uno de los gestos de esa mujer, involuntarios y espontáneos, eran divinas expresiones de una sensualidad escondida. No había nada de artificio en ese rostro de muñeca y en ese cuerpo lujurioso y exubera