—Lo único que tengo claro en este momento es que amo a esa mujer.
—Nunca pensé escuchar algo así— Kaleb levantó las manos al cielo y rodó los ojos—. Y que seríamos parte de ello.
—Gracias—los ojos de Milo estaban vidriosos. Violet lo abrazó.
REGINA
Día tras día abría los ojos con pesadez y trataba de movilizarse de la cama. Se sentía tan cansada. Le costaba emprender la rutina, el simple hecho de levantarse y tratar de conducirse de manera normal en el actual contexto era demasiado. Su corazón y su cabeza se encontraban agotados. La muerte de su querida tía, luego de días de espera y cuidados, había sido extenuante para ella.
Sabía que debía sobreponerse y que su tía Meg se encontraba en paz, descansando por fin luego de años de dolor. Empero, no podía evitar extrañarla y compadecerse a sí misma por su egoísmo. Debería estar sosteniendo a Tina y sin embargo era su hermana menor la que la movilizaba.
La primera semana había sido de inmovilidad. Su mente se había cerrado, como si demasi