Sharon la esperaba, todo dispuesto en su departamento para hacer la transformación de rana a princesa, para lo cual su amiga se puso manos a la obra de inmediato. Dejó que peinara su cabello que, libre de la cola de caballo y producto del mimo del cepillo, pronto brilló con tonos cobrizos. Sus bucles naturales se formaron más prolijamente merced al serum especial que le extendió, de un delicioso aroma cítrico. Luego de varios intentos por hacer un peinado más complejo, terminó dejando que su cabellera cayera libre sobre sus hombros y espalda.
—Así, natural y exótico—dijo Sharon para sí.
Luego se dedicó a maquillarla, perfilando sus ojos y aplicando máscara a sus pestañas, que parecieron engrosarse. Delineó sus labios y usó un labial rojo sangre que ella quiso eliminar, por sugerente, pero Sharon se mostró inflexible al respecto. Cuando la sesión terminó, Regina se miró con apreciación y sonrió. Le gustaba lo que veía y Sharon se mostró satisfecha.
Fue al baño y se vistió con cuidado p