CAPÍTULO 64. ¡Sorpresa!
Una bomba hubiera causado menos efecto. La mano de Marianne se separó de la manija y cayó a su lado. No quería irse. Su cuerpo no quería irse…
Lanzó una maldición muy poco digna de una dama mientras los ojos se le llenaban de lágrimas.
—¡Me voy a ir al infierno por esto! —sollozó en el único instante en que pensó en Lucio.
—Yo ya llevo un año en él —dijo Gabriel y Marianne levantó los ojos.
Un segundo después corría de regreso a sus brazos. Gabriel la recibió, levantándola por la cintura mientras las manos de Marianne se prendían de su cuello y sus labios lo buscaban con desesperación.
El capitán exhaló como si acabaran de quitarle una horca de la garganta, y hundió la lengua en su boca, mientras la de Marianne salía a jugar. No sabía explicarlo, pero eran como dos personas perdidas en el desierto. La deseaba más que a su vida y Marianne parecía llena de la misma urgencia.
No se molestó en preguntarle si estaba segura, ninguno de los dos estaba seguro de nada, solo que no podían segu