El llanto de Elena se detuvo al instante.
Aquel día en el coto de caza, fue Ivana quien arriesgó su vida, adentrándose sola en el bosque para rescatar a Nelson.
Pero Elena, aprovechando que Ivana había quedado inconsciente, se atribuyó todo el mérito.
Elena no sabía nada de lo que realmente había ocurrido en el bosque. Solo lo que el médico le había dicho: Nelson tenía heridas compatibles con una fuerte caída. Así que ella asumió que lo habían sacado de un acantilado.
—Yo... —balbuceó, intentando justificar su mentira.
Pero Nelson no era un hombre fácil de engañar. Él dirigía un imperio empresarial. ¿Cómo iba a ser tan fácil que lo engañaran?
Entrecerró los ojos, su voz se tornó sombría:
—Ese día en el bosque... ¿viste alguna bestia salvaje?
Elena no pudo ni mirarlo a los ojos. Tartamudeó:
—N-no, no vi nada...
La última chispa de calidez en los ojos de Nelson desapareció por completo. Aunque estuvo inconsciente, recordaba los aullidos de los lobos y los disparos.
Antes, cegado por la