Capítulo 999
Para no alarmar a Camila, le pedí a mi papá y a Carlos que guardaran silencio.

Y para mi sorpresa, los dos me hicieron caso.

Cuando llegamos al segundo piso, escuché una voz de mujer, que parecía sentir algún tipo de dolor o placer.

Sin duda era la voz de Camila.

Me estremecí y miré a Carlos.

Su cara cambió al instante.

Impactado, caminó hacia el cuarto de donde venían los sonidos.

Crucé una mirada con Mateo y lo seguimos de inmediato.

En la puerta, esos gemidos se escuchaban todavía más claros.

—Ah… más despacio…

Esas palabras y jadeos hacían que cualquiera sospechara.

Volteé a ver a Carlos otra vez.

Le temblaban las manos en la manija de la puerta, parecía que no tenía alma.

Miré a mi papá.

Tenía la cara tensa, una mezcla de incomodidad y vergüenza.

Mateo, en cambio, mantenía la misma cara, sin inmutarse.

Llegué a sospechar que, incluso si viera la escena, su cara no cambiaría.

—¡Ah… duele… más lento…!

Los jadeos continuaron, cargados de un significado que no dejaba lugar a dudas.

La
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