Capítulo 908
—Seguro es Mateo que volvió, voy a ver —dijo Alan, saliendo disparado hacia la puerta.

Me limpié las manos y estaba por seguirlo cuando, de la nada, Alan regresó corriendo y me empujó hacia la cocina:

—Es Mateo, escóndete aquí y no salgas.

—¿Por qué? —pregunté, confundida.

Alan puso los ojos en blanco:

—Porque hace un rato le dije por teléfono que tú no regresarías. Solo así aceptó regresar. De verdad, te está evitando. Si sales ahora, seguro en cuanto te vea se larga, ¿lo dudas?

Tenía razón. Mateo estaba enojado conmigo, y por eso no regresaba a casa.

—Está bien —dije, apretando los labios.

En la entrada, Valerie recibía a los niños, bloqueando a Mateo para que no entrara.

Alan me guiñó el ojo, con una sonrisa pícara:

—No te preocupes, ese hombre es de corazón blando, no se va a enojar de verdad. Valerie y yo nos llevaremos a los niños un par de días; lo demás depende de ti.

Dicho esto, cerró la puerta de la cocina y salió corriendo hacia la entrada:

—¡Vaya, Mateo! ¡Ya era hora! Valer
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