Apenas crucé la puerta del salón privado, vi a Mateo, sentado en la cabecera de la mesa.
Me quedé con los ojos bien abiertos.
¿Quién me explica por qué Mateo también estaba ahí?
Valerie me miró y, tirando de mi brazo, susurró:
—Parece que Alan trabaja para Mateo. Así que, si Alan es el inversionista principal, en realidad se puede decir que la inversión mayoritaria es de la empresa de Mateo.
¡Uf!
Tenía sentido.
Pero en reuniones como esta, ¿no bastaba con que viniera Alan como representante? ¿Por qué tuvo que venir él mismo?
Mientras pensaba, miré inconscientemente hacia Mateo.
Y me topé directamente con su mirada penetrante.
Para colmo, me lanzó una sonrisa burlona, que yo no entendí qué quería decir.
—Entren de una vez, ¿qué hacen en la puerta?, ¿quieren bloquear el paso?
Escuché una voz sarcástica.
Al girar la cabeza, vi a Alan, furioso, mirando a Valerie.
Y la verdad, cuando hacía eso, se parecía bastante a Mateo. No por nada eran amigos de toda la vida.
Con una sonrisa cordial, Ja