Alan hizo que Embi abriera el álbum de fotos rápido.
La primera foto lo dejó congelado.
Era una selfie de Mateo con Aurora.
En la foto, Aurora se veía borracha, con los ojos cerrados y la cara roja, incómoda.
Mateo, en cambio, estaba a su lado, con la cabeza sobre su hombro, sonriendo.
La segunda foto mostraba otra vez a Aurora, inconsciente por el alcohol, mientras Mateo la abrazaba con una cara de satisfacción y felicidad.
Todo indicaba que ese hombre había aprovechado que estaba borracha para sacarse fotos a escondidas.
¡Qué bajo había sido ese hombre con Aurora! Ni siquiera se atrevía a pedirle una foto juntos y tenía que hacerlo a escondidas.
Cuando siguió pasando páginas, casi todas las fotos eran así, tomadas sin que ella se diera cuenta, ya fuera de los dos o solo de Aurora.
En ninguna aparecía Aurora viendo a la cámara.
Ah, jajajaja…
La verdad, este hombre era demasiado patético.
Los deditos regordetes de Embi señalaron a Mateo en la foto y preguntó:
—Padrino, ¿este es mi papá