—¿Qué significa “bueno”? ¡Dios mío! ¿No entendiste lo que dije? Te estoy diciendo que tienes hijos, ¡hijos! ¡Tienes hijos! ¿No te sorprende? ¿No te emociona?
—¿Cómo que otra vez “bueno”? ¿De verdad no te emocionas ni un poco? ¿O es que no me crees? ¡Yo lo vi con mis propios ojos, vi a tus hijos! Son igualitos a ti, sobre todo la niña, es como una versión en miniatura tuya.
—¡Oye! ¿Por qué me respondes así?
—¡No cuelgues! ¡Aún no termino! No me cuelgues… Oye, no es posible que te quedes tan tranquilo después de saber eso. ¿Será que ya sabías que tenías hijos? ¡Ah! Sí, claro… por eso ese día te quedaste mirando raro a los hijos de otra gente. ¡Resulta que ya lo sabías! No puede ser, no me contaste nada de algo tan importante, ¡qué mala onda!
Mientras escuchaba los gritos de Alan, mi corazón temblaba.
¿Mateo ya sabía desde antes de la existencia de Embi y Luki?
¿Y aun así no vino a quitármelos?
Viéndolo así, si de verdad no les daba importancia, tampoco intentaría arrebatármelos. Entonces