Cuando faltaba poco para la fiesta, Valerie me escogió un vestido lavanda de noche.
Mientras me ponía un collar de perlas frente al espejo, soltó:
—Aurorita, ¿cómo es que con los años te pones más linda? Mira esa actitud, esos ojos, qué mujer que eres. ¡Y ese cuerpo! Tienes todo en su lugar, es increíble. Si no supiera que tuviste dos bebés, jamás lo creería. Si fuera hombre, me perdería por tu cara. Y Camila... pfff, ¿ella qué? No te llega ni a los talones.
Sonreí sin decir nada, le tomé la mano y le arreglé el vestido.
Valerie había dejado crecer el pelo estos dos años, ahora le caían en ondas hasta los hombros.
¿
Decía que yo me veía más femenina, pero ella había cambiado más.
Antes andaba con el pelo corto y era un poco despistada, casi como chico.
Ahora, con sus ondas, maquillaje ligero y ese vestido negro ajustado que le marcaba la figura, se veía espectacular.
—Si sigues así, no vas a dar abasto con los pretendientes —le dije.
Ella puso cara de fastidio:
—Ni lo digas.
Se echó un