Javier sonrió con amargura y dijo:
—Sabes que no les guardo rencor por hablar mal de ella.
Valerie refunfuñó:
—Nosotras lo único que sabemos, por culpa de tu hermana, Aurorita tiene que aguantar muchas injusticias.
Javier me miró fijamente y dijo, serio: —No será así.
—No la voy a seguir defendiendo.
No dije nada.
Me levanté y, guiada por el sirviente, subí las escaleras.
Dijo que no la defendería más.
Pero lo que no sabe es que, con su primer error, ya me rompió el corazón. Ahora, lo que decida hacer con Camila, no importa.
Entré en la habitación, y no pasó mucho para que Valerie llegara.
Para cuidarme, ella pidió que nos asignaran la misma habitación.
Era un cuarto grande con una cama grande, así que había espacio para dos.
Me senté junto a la ventana, pensando qué hacer.
Miré hacia afuera, viendo la ciudad cubierta de nieve; se veía bonita. Si no fuera porque Javier está aquí, no estaría tan mal quedarme en Zuheral.
Valerie se acercó, apoyó la barbilla en la mano mientras me miraba