Javier dijo que no de una vez.
Me senté lentamente, apoyándome en la pared de la cabina, y bajé la cortina.
En ese momento, estaba a diez mil metros de altura, rodeada de nubes.
¿Será que ahora, por fin, voy a poder vivir en paz lejos de Ruitalia y Mateo?
Javier, a mi lado, me dijo en un tono preocupado:
—Mateo te dio tres días para salir de Ruitalia. Si no te vas, mandará a alguien para que te eche.
—¡Eso es una pendejada! —Valerie, furiosa, comenzó a maldecir.
—Mateo ama a Aurorita, aunque la odie, no la echaría de Ruitalia. Cuando ella se fue en secreto, casi se volvió loco buscándola, ¿cómo podría...?
Le tomé la mano a Valerie y, después de apretar los labios, le dije:
—Está diciendo la verdad. Mateo me dio tres días para salir de Ruitalia.
—¿Eh? —Valerie me miró, confundida —Pero si te ama tanto, ¿cómo puede hacer eso?
—Tienes que entender, esta vez fue su mamá la que murió, la persona más importante en su vida. Él me ama, pero también me odia.
—Pero tú no fuiste la que mató a su