La mujer que tenía enfrente era bastante común.
Tenía la nariz chata, los labios delgados y los ojos grandes, en general, no encajaba con lo que se considera una mujer atractiva.
Lo único que resaltaba era su piel muy clara.
Casi no llevaba maquillaje, solo un labial rosado muy suave.
Así que, aunque sus facciones no destacaban, transmitía cierta pureza y sencillez.
Pero ese estilo no coincidía para nada con el tipo de mujer que le gustaba a mi hermano.
Entonces, ¿por qué estaba tan enamorado de ella?
—Aurorita, ¿soy muy fea? ¿Crees que tu mamá no me va a aceptar? —me preguntó de repente, con un toque de tristeza.
Reaccioné y le sonreí.
—Ay no digas eso, no tienes nada de fea. A mi mamá lo único que le importa es que quieras a mi hermano de verdad, él está muy enamorado de ti. Incluso te tenemos un regalo. Cuando se conozcan bien, te lo daremos.
—Sí, sí —dijo, asintiendo con una expresión de alegría y expectativa.
Dejando de lado mis dudas, cogí el teléfono y le dije:
—Entonces nos tom