Era por la tarde.
Llamé a Mateo para preguntarle dónde estaba.
Me contestó que estaba en el hospital, acompañando a su mamá.
De paso, le pregunté por Camila, y me dijo que ella también estaba ahí, cuidando a su mamá.
Perfecto.
Llevé a mis hombres directo al hospital. Pero como no quería que esta situación alterara a Sayuri, no subí; en vez de eso, llamé a Mateo para que bajara a Camila.
Esperé en el jardín del hospital.
Esta vez, como fuera, iba a desenmascarar a Camila y mostrar quién era en verdad, una mujer cruel y despiadada.
Ni siquiera me importaba si Mateo intentaba defenderla. Hoy, ella tenía que pagar por lo que hizo.
Si no fuera por sus trucos sucios, ¿cómo habría acabado así mi familia?
No podía entender cómo alguien podía ser tan malo.
Elegí un rincón apartado del jardín, donde no hubiera nadie cerca.
Le mandé mi ubicación a Mateo, y él llegó, con Camila justo detrás.
Mateo se mostró sorprendido al ver toda la gente que llevé.
Después de un instante, pareció entender algo.