Miraba afuera, con la mirada perdida, sin saber cómo iba a pasar esta Navidad.
En años anteriores, en Nochebuena, mi hermano, mis padres y yo cenábamos juntos. Era un banquete, lleno de risas y regalos. Papá y mamá nos daban obsequios a Carlos y a mí. Después, mi hermano y yo no nos dormíamos temprano, jugábamos con pólvora y también nos dábamos regalos.
Ah, y también estaba Mateo.
Durante los tres años de matrimonio, él pasaba cada Nochebuena con nosotros. Pero siempre callado. Cenaba en silencio, miraba en silencio cuando Carlos y yo jugábamos.
Aun así, cada una de esas Nochebuenas era cálida y feliz.
Pero este año... nuestra familia está hecha pedazos, y entre Mateo y yo, todo es un desastre.
Esos días de armonía y cariño... ya no volverán.
El sonido de la puerta del baño abriéndose me sacó de mis pensamientos.
Miré de inmediato. Mateo salió envuelto en una toalla.
Después de lo que pasó en el día, su cara era más amenazante que nunca. Daba miedo.
Me agarré a la manta, lo miré sin d