Desde que volvimos de Zuheral, él hasta me mandó al set de grabación.
Yo pensaba que, con el tiempo, se iba a olvidar de mí, y entonces podría irme sin que nadie me detuviera.
Pero viendo lo que pasó esta noche, está claro que Mateo no quiere dejarme ir.
Apenas pasaron unos días y ya no pudo aguantarse. Vino a buscarme solo para descargar todo lo que traía.
Eso quería decir que, cada vez que no pudiera controlarse, iba a buscarme.
¿Y así… qué oportunidad me queda para escapar?
Ese pensamiento me llenaba de rabia y frustración.
Se escuchó un portazo y la puerta del baño se abrió.
El hombre salió solo envuelto en una toalla.
Ni siquiera me miró. Aunque ya había hecho lo que quería, su cara seguía seria y oscura como siempre.
Se sentó en el sillón, encendió un cigarro, le dio una fumada larga y después se recostó despacio contra el respaldo, soltando el humo en anillos.
Fruncí el ceño, y aunque quería pedirle que no fumara, no me atreví a decir nada.
Solo apreté los labios, me levanté en