Capítulo 381
Las emociones de Mateo estaban totalmente fuera de control.

Habíamos logrado calmar a Waylon con mucha dificultad. Si no nos íbamos en ese momento, seguro se armaba otro lío.

Y si eso pasaba, ni aunque quisiéramos podríamos irnos.

Alan entendió mi mirada y fue a tomar a Mateo del brazo.

Pero Mateo apartó su mano de una vez y caminó solo, en silencio, rumbo a la puerta.

Alan solo suspiró y fue tras él.

Yo tampoco quise quedarme más. Me apoyé en el borde de la mesa de billar y me puse de pie.

Waylon me miraba con esa sonrisa, entre burlona y retadora:

—La señorita Cardot parece muy débil, ¿eh? ¿Será que anoche su señor Bernard la consintió con ganas?

El tono en que dijo “la trató” dejaba claro que no hablaba de nada inocente.

Le respondí, seca:

—Eso es entre el señor Bernard y yo, no hace falta que usted se meta.

Waylon sacudió la ceniza de su cigarro y habló entre risas, con desprecio:

—Veo que le eres muy fiel a Mateo, pero ahora que él cree que estuviste conmigo, ¿crees que aún te va
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