Todavía no había llegado hasta donde estaban cuando Ryan salió a mi encuentro.
Justo después, sus compañeros me miraron y soltaron unas risitas entre burlonas y cómplices.
— Vaya, Ryan, dijiste que tu novia te iba a traer comida y mira, ¡no estabas mintiendo!
— Este tipo no exagera... ¡Miren nada más a esta belleza!
— Eso, miren esa cara, esas piernas largas... qué envidia, hermano
Sentí cómo se me calentaba la sangre. Lo miré directo a Ryan:
— ¿Qué significa eso?
Ryan se dio cuenta de inmediato que no estaba de buen humor. Hizo un gesto rápido hacia los otros, como tratando de apagar el fuego.
— Ya, ya, déjenlo ahí. No molesten a Aurora, saben que no le gustan esos chistecitos.
— Uy, ahora la trata con tanto cariño... —dijo uno, levantando las cejas.
— Qué suerte tienes, Ryan. ¿De dónde sacaste una novia así? Encima cocina para ti y viene hasta acá a traértela...
— Sí, pásanos el truco. A ver si conseguimos una como ella.
— ¡Ya, déjenme! —Ryan se reía, pero no parecía molesto. Todo lo