Alan siguió hablando:

—La verdad, cuando te vi tan destrozada, supe que en tu corazón todavía estaba Mateo. Solo que nunca pensé que traerías a Waylon contigo. Cuando vi que casi te desmayas, quise decirte la verdad para que no te pusieras peor, pero como Waylon estaba ahí, preferí seguirle la corriente y hacerle creer que Mateo de verdad estaba perdido. Ya sabes cómo es, no es fácil de manejar y todavía le guarda rencor a Mateo. Si supiera que está bien, seguro encontraría alguna de lastimarlo. Aunque Mateo ya salió de peligro, igual quedó muy débil… Si Waylon quisiera enfrentarlo ahora, él no tendría cómo defenderse, así que fue mejor dejar que creyera que Mateo estaba moribundo. Mira, ya se aburrió y se largó a su país.

Casi no escuché nada de lo que dijo.

Mi mente seguía atrapada en el recuerdo de Mateo herido y en esa frase suya: “Después estaremos bien, los dos.”

Cada vez que pensaba en eso, sentía un dolor insoportable.

Cuando Alan me vio llorar sin parar, añadió rápido:

—Ya, Au