Camila parecía buscar a alguien; su mirada desesperada apuntaba de un lado a otro.
Me dejó extrañada. ¿Acaso estaría buscando a Jeison? Tenía sentido: Jeison era, en teoría, el único apoyo que le quedaba. Sin embargo, por lo que yo había observado, él no parecía tomarla muy en serio.
Cuando los videos de Camila siendo abusada por esos tres ancianos habían salido a la luz, la expresión de Jeison había sido de total indiferencia. Entonces… ¿de verdad la ayudaría?
Mientras pensaba en esto, escuché los gritos desesperados de Camila:
—¿Dónde está? ¿A dónde se fue?
Camila apartó a la gente y empezó a buscar frenéticamente entre la multitud.
Javier la sujetó:
—¿Qué haces? ¿A quién buscas?
—¡A Jeison! —exclamó Camila, con dificultad para respirar—. Él dijo que me iba a ayudar. También dijo que me iba a llevar al extranjero. Javier, búscalo, ayúdame a encontrarlo. A Bruno no lo maté yo, fue Jeison. ¡Tienes que encontrarlo!
Miré entre la gente, pero tampoco lo vi. Al parecer, cuando Jeison notó