—Jeison... —la voz de Camila sonaba con un toque de celos—. Escúchate, parece que en serio sientes algo por ella, ¿no?
Jeison sonrió con indiferencia:
—Me preocupa... —dijo con algo de desgano—. Hay que recordar que ella es la mujer por la que tu hermano haría cualquier cosa. Si haces que arruine su boda con esos tres vagabundos asquerosos, me temo que él podría matarte en ese momento.
—No va a hacerme nada. —Camila sonaba confiada—. Mi hermano me ha dicho que soy la única familia que tiene y, aunque ame a Aurora, nunca me haría daño. Si estuviera dispuesto a matarme, no me habría protegido años atrás. Él siempre me ha amado más que a nadie.
Sonreí con sarcasmo.
Lo que decía Camila era cierto, en parte: en el corazón de Javier, ella siempre había sido la prioridad.
—Ja, ja, ja, ja...
En ese momento se escuchó una risa extraña al teléfono.
—Dices que tu hermano te ama más que nada. Entonces, ¿qué pasaría si yo te matara? ¿Crees que tu hermano te dejaría matarme para vengarlo?
Camila se