En sus ojos, claramente se podía ver el deseo, la ira y algo de locura vengativa.
Mi corazón dio un salto.
“Entonces, ¿para vengarse de Mateo, él quiere obligarme, verdad?”
Pensando en esto, el pánico se intensificó.
Traté de empujarlo, pero él no se movió ni un milímetro. Su mirada intensa parecía que iba a devorarme.
—No... no hagas nada... si no quieres que te odie el resto de mi vida —dije con voz temblorosa.
—¿Qué no te haga nada? —Javier se rio con sarcasmo—. ¿Mateo puede hacerte de todo, pero yo, tu prometido, no puedo tocarte? Aurora, nunca pensé que te haría daño. Pero parece que tú... ¡solo quieres provocarme!
Dicho esto, se inclinó hacia mí y me besó.
Asustada, luché con todas mis fuerzas.
—¡No, Javier... déjame, Javier...!
En medio de la confusión, sin querer le di una bofetada.
Él se detuvo, y el mundo entero pareció congelarse.
Temblando, lo miré aterrada, mi corazón se aceleró al máximo.
Estaba lleno de ira.
Cuando se enfadaba, no era de gritos descontrolados.
Lo suyo er