Alan dijo, molesto:
—¿Acaso Javier no está también herido? Si vienen a verlo, perfecto. ¿Pero qué hacen fingiendo delante de Mateo? ¿O van a negarme que vinieron exclusivamente por Javier?
Camila respondió enseguida:
—Yo no sabía que Mateo también estaba herido. Si lo hubiera sabido, habría venido a verlo primero.
—Vaya, qué devoción —Alan dejó escapar una risita burlona. Luego miró de forma significativa a Carlos—. Parece que hay personas que, en su corazón, no importan tanto como ellas creen.
La intención detrás de esas palabras no podía ser más evidente.
Carlos fue cerrando el puño poco a poco, y su cara se volvió casi tenebrosa de la ira.
Pero Camila ni se dio cuenta del cambio, o quizá simplemente no le importaba en absoluto lo que Carlos sintiera.
Ella miró a Mateo con una expresión "profundamente afectuosa", como si fuera a decir algo.
Carlos la jaló bruscamente.
—Suficiente. Ni cuando yo me lastimé estuviste así de ansiosa. Ni siquiera has ido a ver a tu propio hermano, que est