—Ja, tu resentimiento sigue siendo bastante fuerte —volvió a reírse Waylon.
—Señor Dupuis, no diga eso. ¿Cómo me atrevería yo a resentirme? Todavía estoy contando con su ayuda —respondí.
—No te equivocas —dijo Waylon entre risas—. Cualquier barco que salga de nuestro lado tiene gente mía a bordo. Pero no he recibido ninguna noticia de que ese hombre haya ido a Ruitalia.
—Exacto —interrumpió Henry, otra vez—. Ese hombre jamás iría a Ruitalia por una Camila. Él debe de estar buscando el regalo para nuestra señorita.
Henry era realmente irritante; siempre halagando de manera indirecta a su señorita, como si temiera que el mundo no supiera lo perfecta que era.
Lo ignoré y me dirigí a Waylon:
—Ese hombre evidentemente ya salió de Valkitlaz. Solo pregunto si has recibido alguna noticia sobre él.
Waylon guardó silencio unos segundos antes de reaccionar:
—Incluso si estuviera en ese barco que va a Ruitalia, ¿qué quieres que haga? ¿Que lo capture? ¿O… que lo mate?
—Ni lo sueñen —respondió Henry