Camila dudó un buen rato antes de responder, con voz vacilante:
—Es que… tenía cita con una modista de vestidos de novia. Hoy tenía un espacio libre para tomarme las medidas y revisar el modelo.
—Entonces te acompaño —dijo Carlos, de inmediato.
—No hace falta —respondió ella—. Quería elegir primero un diseño bonito y darte la sorpresa cuando estuviera listo. Además, ya casi nos casamos y todavía había mucho que organizar: las invitaciones, el lugar de la ceremonia… También estaba la boda de mi hermano y de Aurora; ellos no habían preparado nada. ¿Por qué no aprovechabas y ayudabas a mi hermano con eso hoy?
Carlos se convenció al instante.
—Tienes razón. Entonces hoy voy con tu hermano a elegir el lugar para la boda. ¿Por qué no le pides a Aurora que te acompañe a ver a la modista? Así, podía encargar su vestido también.
—Mejor no —dijo Camila, tras una pausa—. Después de lo que pasó ayer en el centro comercial, cuando se encontró con Mateo y los niños, Aurora no estaba bien, ni de ánim